A principios del año 2000, Barcelona y Cataluña fueron el epicentro del estallido de la cocina catalana en el mundo. Fue el inicio de un movimiento gastronómico, único e irrepetible, encabezado por unos cocineros visionarios, como Ferran Adrià, Santi Santamaria, Joan Roca y Carme Ruscalleda, que catapultaron nuestra cocina a la cima mundial.
Dos décadas después, las esporas de esa revolución en la alta cocina se han dispersado y multiplicado por todo el mundo. A aquel legado se le han sumado chefs, profesionales comprometidos y valientes, con proyectos de restaurantes en la ciudad, personales, singulares y sólidos, y que continúan con el ADN de nuestra cocina.